Me uní a Plaxo y recibí ya dos comunicaciones. Recuperé así alguien que solo vi un par de días y con quien conversé no más de una hora al borde de una pileta un mediodía de sol miserable, hace casi un año. En su misiva hace referencia a una situación difícil por la que está atravesando. Pienso, esta es de las mías: habla de las "desgracias" no como hechos aciagos, funestos sino como situaciones de la vida, sí, dolorosas, e inevitables, ¿que vamo'a hacer?
Yo también hablo como ella. No me sale de otra manera, aunque a veces, debo reconocer, sucumbo a las interpretaciones pret a pôrter con las que hace tantos años taladran nuestra inteligencia muchos practicantes de la psicología. Pero, bue, son momentos. Lo que me importa decir hoy es:
¡Qué difícil encontrar personas que escuchen la tragedia y no la reduzcan a melodrama! Cuando relato alguna situación indeseable pero inevitable, la respuesta más pronta y común es ofrecerme razones para lo que sucede (iba a decir "buscarle" razones, pero no, ojalá fueran buscadas)creyendo que así me van a consolar. El tema es, cuando cuento algo que me sucede y me aflige y ocupa ¿es consuelo lo que necesito? Y, sí... Pero seguramente no los consuelos así dados porque despiertan en mí rabia e impotencia y me sublevan.
¿Por qué me subleva el consuelo que esgrime exlicaciones y razones del tipo pret a pôrter?
1.Porque quien así responde me hace sentir estúpida al suponer que sola no fui capaz de pensar todas esas obviedades que me está diciendo y que, por ser válidas para todo tiempo y lugar, ningunean mi realidad aquí y ahora.
2. Porque siempre, o casi siempre, va seguido de un "ya vas a ver que va a pasar" que subraya mi supuesta ineptitud para entender la vida, como si mis años no me hubieran bastado para saberlo o, más aún, como si hubiera alguna posibilidad de saber lo contrario.
3. Porque no me ayuda a pensar, a entender la situación, a atravesarla, a descubrirme a mí misma cuando la vida altera el territorio de mi existencia.
4. Porque me quita toda posibilidad de alegría que, lejos de necesitar una vida sin problemas para hacerse presente en mí, es hija del comprender tanto como sea posible aún lo más difícil, o de aceptar mis límites para actuar.
Yo también hablo como ella. No me sale de otra manera, aunque a veces, debo reconocer, sucumbo a las interpretaciones pret a pôrter con las que hace tantos años taladran nuestra inteligencia muchos practicantes de la psicología. Pero, bue, son momentos. Lo que me importa decir hoy es:
¡Qué difícil encontrar personas que escuchen la tragedia y no la reduzcan a melodrama! Cuando relato alguna situación indeseable pero inevitable, la respuesta más pronta y común es ofrecerme razones para lo que sucede (iba a decir "buscarle" razones, pero no, ojalá fueran buscadas)creyendo que así me van a consolar. El tema es, cuando cuento algo que me sucede y me aflige y ocupa ¿es consuelo lo que necesito? Y, sí... Pero seguramente no los consuelos así dados porque despiertan en mí rabia e impotencia y me sublevan.
¿Por qué me subleva el consuelo que esgrime exlicaciones y razones del tipo pret a pôrter?
1.Porque quien así responde me hace sentir estúpida al suponer que sola no fui capaz de pensar todas esas obviedades que me está diciendo y que, por ser válidas para todo tiempo y lugar, ningunean mi realidad aquí y ahora.
2. Porque siempre, o casi siempre, va seguido de un "ya vas a ver que va a pasar" que subraya mi supuesta ineptitud para entender la vida, como si mis años no me hubieran bastado para saberlo o, más aún, como si hubiera alguna posibilidad de saber lo contrario.
3. Porque no me ayuda a pensar, a entender la situación, a atravesarla, a descubrirme a mí misma cuando la vida altera el territorio de mi existencia.
4. Porque me quita toda posibilidad de alegría que, lejos de necesitar una vida sin problemas para hacerse presente en mí, es hija del comprender tanto como sea posible aún lo más difícil, o de aceptar mis límites para actuar.
Gracias Claudia por desatar estas ganas de ponerme a escribir. ¡¡A ver si alguien toma la posta!!