martes, 2 de diciembre de 2008

A propósito de la voluntad (cont.)

cálculo, y la guadaña parece manejarse sola mientras Levin saborea el abandono en el movimiento que convierte el placer de hacer algo maravillosamente ajeno a los esfuerzos de la voluntad.
Así ocurre con muchos de los momentos felices de nuestra existencia. Liberados de la carga de la decisión y de la intención, avanzando en nuestros mares interiores, asistimos, como a las acciones de otro, a nuestros distintos movimientos admirando sin embargo su involuntaria excelencia. ¿Qué otra razón podría yo tener para escribir este irrisorio diario de una portera que se va haciendo vieja, si la escritura no participara de la misma naturaleza que el arte de la siega? Cuando las líneas se convierten en demiurgos de sí mismas, cuando asisto, como una maravillosa inconsciencia, al nacimiento sobre el papel de frases que escapan a mi voluntad e, inscribiéndose ajenas a ella en el papel, me enseñan lo que no sabía ni creía querer, gozo de este alumbramiento sin dolor, de esta evidencia no concertada, de seguir sin esfuerzo ni certeza, con la felicidad del asombro sincero, una pluma que me guía y me arrastra.
Entonces, accedo, en plena evidencia y textura de mí misma, a un olvido de mi propio ser rayano en el éxtasis, saboreo la feliz quietud de una conciencia espectadora.

2 comentarios:

Monzon dijo...

No puedo entender, como una entrada tan bella pueda no tener comentarios.
Cuando, leyendo este asombroso libro, he llegado a los dos párrafos finales del extracto que aquí citas, me ha surgido la imperiosa necesidad de buscar en Internet citas a dichas lineas para ver lo que otros lectores han sentido al devorarlas.
Yo por mi parte solo puedo decir, que hace mucho tiempo que no tenía entre mis manos un libro como este.

Inés Hercovich dijo...

Qué maravilla que hayas llegado hasta éste, mi blog, y que llegaras de la mano de una simple portera!!!!! Coincido, es un libro extraordinario.