martes, 21 de abril de 2009

Dicen que la distancia es el relieve...

¡Hola! Nuevamente aquí y con la firme intención de mantener un ritmo de producción un poco más ágil que el que tuve hasta ahora. Actualmente estoy organizando el material que traje de un increíble viaje que hice por Oriente al que dedicaré las próximas entradas. Pero, antes de meterme en esa jungla de impresiones, sentimientos, pensamientos que hicieron estallar mi cabeza y mi alma, unas reflexiones inspiradas por el problema del carozo y la palta. Y antes, aun, una advertencia en relación con el título de esta entrada, la que hace honor al bolero titulado La barca, que dice:

Dicen que la distancia es el olvido (lalala)
pero yo no concibo esa razón... (lalala) (Recomiendo escucharlo mientras lean).

Volviendo a una de las inquietudes que despiertan las misteriosas relaciones entre el carozo y la palta. En principio, separación implica distancia. Pero también diferencia, como bien lo prueban la piel y el aire que la rodea, en íntima convivencia. Dejaremos de lado, por ahora, este tema de la diferencia (bienvenidos los comentarios que arrimen los tres lectores que tengo) y volvamos al de la distancia que en este caso es espacial. (Podría ser temporal, ¿no?)

¿Cuánto mide la costa de Gran Bretaña? es el título de un artículo del matemático inglés Mandelbrot, quien afirma que la distancia entre un punto y otro de una costa depende de la unidad de medida que se utilice para, precisamente, medirla. Imagino lo que están pensando, pero ¡¡No!! No se trata simplemente del cristal con que se mira, de un problema de perspectivas o puntos de vista, esos argumentos a los que tan fácilmente echamos mano cada vez que queremos ignorar una situación cuyo entendimiento nos complica. No.

Veamos a qué conduce la "trivial" pregunta de Mandelbrot. Imaginemos que, para llegar a conocer cuánto mide la costa de Gran Bretaña emprendemos su recorrido saliendo de un punto cualquiera de la costa hasta volver a ese mismo punto. Supongamos que, mientras hacemos la caminata tomando fotos, descubriendo paisajes, conociendo gente, el dibujo de la costa permanece siempre el mismo, indiferente a la acción de las mareas, los vientos, los movimientos propios del terreno.

Necesitaremos un sistema de medida. Supongamos que el que tenemos tiene por unidad el segmento recorrido por un elefante con cada paso que da. Con ese instrumento el resultado, digamos, será 5000 elefs. Imbuidos de espíritu científico, sometidos a la exigencia de rigurosidad, seguramente le habremos pedido a otra persona que haga lo mismo pero usando otro sistema cuya unidad sea el segmento recorrido por un perro. Si un paso de elefante equivale a 25 pasos de perro, deberíamos obtener como resultado el valor 125.000 prrs. Y si, por último, recurrimos a un sistema cuya unidad sea el segmento recorrido por una hormiga, el resultado, si un paso de perro corresponde a 1000 pasos de hormiga, debería ser 125.000.000 horms. Como cuando reducimos metros a centímetros, centímetros a milímetros y así...Pero, ¿saben qué? los resultados obtenidos en la realidad no son los que recién leyeron. No, en cada uno de los casos la distancia real, concreta, material, es otra.

Aunque el punto de partida y el de llegada sean los mismos, el elefante acorta la distancia entre ambos porque ignora una cantidad de irregularidades (elevaciones, hundimientos) del suelo que el perro no puede ignorar, mucho menos la hormiga. Lejos de tratarse de un punto de vista, el muy material dolor de piernas tras los esfuerzos realizados por cada uno de estos animalitos habla de estas diferencias reales sobre las que se sostienen nuestras vidas y que ingenuamente ignoramos. Aunque esa ignorancia no sea sin consecuencias.

P.D. Que nadie crea que sé algo acerca de fractales pero estas extrañas figuras me hicieron pensar esto que acabo de exponer, desvergonzadamente, ante ustedes.

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